El fin de semana pasado fue uno de esos fines de semana que yo llamo completos. Casi no paré en mi casa (voy a tener que dejar una foto mía allí para que mis padres se acuerden de mi), e hice multitud de cosas. Pero no todas las cosas que pasaron el fin de semana fueron buenas. En todos los aspectos de la vida, topamos con luces y sombras.
Se trataba del fin de semana siguiente a mi cumpleaños. El viernes me esperaban varios regalos, por mi pasado cumpleaños. Cenamos, recibí alguna sorpresa, y recogí las cartas Magic necesarias para que al día siguiente pudiera ir a Cádiz a jugar. De momento todo fueron luces, pero la oscuridad se cernía sobre mi por momentos. Y lo más grave es que aún sabiéndolo, no podía hacer nada por evitarlo, ni con las mejores herramientas en mis manos.
Sábado por la mañana. Suena el despertador. He dormido poquísimo, ya que el jueves me acosté muy tarde (como parece que me acostaré hoy), y el viernes hice lo propio montando mazos (en plural). Tras llegar a Cádiz medianamente bien (gastándome los cuartos en gasolina), aparco donde siempre. En
Unlimited me encuentro con todos los
pros que jugamos (o lo intentamos) a
Magic. Mi amigo Carlos me deja una baraja de combo (Aluren) la cual no había pilotado nunca, y yo hago lo propio prestándole a él una Psiqueatog que era crema.
A pesar de no haber jugado nunca Aluren, me defendí bastante bien en la primera ronda contra Fariñas (Scepter-Chant con engendro), con Jedi Mind Tricks incluidos ;-) La segunda ronda demostró que hace tiempo que no juego en serio (vale, nunca he jugado en serio... pero al menos jugaba), cuando empato una partida que tenía ganada de sobra (contra Madness). Nota mental: mirar la mano de vez en cuando.
La tercera ronda se la gano a Fafi (con Affinity) bastante fáfil, digo fácil (sorry, Fafi... por el chiste fácil y porque realmente el maná no te acompañó ;-) Y la cuarta ronda... pues lo de siempre: pactando nos quedábamos uno de los dos fuera, así que Jara y yo jugamos. Nada puedo hacer frente a tres Extracción Craneana en dos partidas. Así y todo, hice
2-1-1 = Top 9, con los 8 primeros clasificándose para cuartos. Así termina un torneo que aun teniendo bastantes luces, me deja una sombra final. Y encima no llegaba a tiempo para comer en casa ¬¬
A pesar de todo, Carlos consigue llegar a la final, como buen jugador que es (go cofre go!), con lo que salva la tarde. Él, Rico y un servidor se dirigen rápidamente, sin haber comido, hacia mi bólido, para hacer una pasada fugaz por San Fernando. El día me depararía más sombras, cuando al llegar al coche veo el regalito en el parabrisas que los interventores de Cádiz han dejado por no pagar el impuesto revolucionario de aparcamiento. De todas formas, conseguimos llegar a San Fernando a tiempo, y el que suscribe se dirige a su Jerez.
Después de comer cerca de las 5 de la tarde en un McDonalds (en donde por supuesto derramé parte de mi refresco), me dirigía a mi casa a dormir algo, cuando me llama mi amigo
Maki. El plan es genial: jugar un poco a rol para después quedar por la noche con Rosa, Francis y Miri... Pues nada de eso. Pasamos una
agradable tarde jugando a la ronda y un poco a
Magic con Raquel :P
Por aquel entonces, mi cabeza empezaba a dar signos de cansancio. Después de varias vueltas para decidir un plan para esa noche, la cosa quedó en una quedada etérea para cenar. Sigo sin entender la dificultad colosal que parece tener el que nos pongamos de acuerdo para hacer algo por la noche. La razón está oculta en algún lugar de nuestros subconscientes, pero ninguno se atreve a hurgar tan hondo. Es preferible dejarlo pasar, olvidarlo por algunas semanas, hasta que vuelve a aflorar. Nos da miedo quizá. No lo sé. Pero mientras tanto, algunos sufrimos al ver que amistades de tantos años de duración parezcan desvanecerse hasta rozar el límite del vacío más absoluto. Si algo me ha enseñado el vivir solo, es a valorar a los amigos como lo que son, un tesoro. Y me duele que, de la noche a la mañana, la amistad desaparezca entre los velos del tiempo. Me siento impotente ante todo esto. Y sin embargo, sé que tengo parte de culpa...
La noche del sábado al final quedó entre cervezas y
Mike Oldfield. Una buena cena y una aspirina, y al fin la tan ansiada calma de mi cama. Después de todas esas sombras que vagaron por mi fin de semana, el
Xerez CD me alegró el domingo, ganando con autoridad. Al fin vemos
fútbol en nuestra ciudad. Y encima Alonso ganó. Y Pedrosa... Tanta luz me cegaba, y permitía olvidar las sombras pasadas. La rutina poco a poco volvía a mi vida... viajes hasta Sevilla, vueltas y más vueltas buscando aparcamiento, y otra vez en mi sombrío mundo de días laborables. Hasta este viernes, cuando de nuevo empiece el fin de semana, que seguramente quedará repleto, como siempre...
... de luces y sombras.