Encerrado entre cuatro paredes y una pantalla

Mi vida se estanca por momentos. Siento que he caido en un pozo de monotonía del que no puedo escapar. Los acontecimientos no ayudan, no aportan luz a esta espiral decadente de oscuridad. Mi vida actual se basa en acostarme tardísimo, levantarme temprano, ir a la oficina, volver a casa, perder el tiempo indiscriminadamente hasta que sea demasiado tarde para hacer algo productivo e interesante (mientras que me atiborro a bombones) y vuelta a empezar.

Los que me conozcan pensarán que ya estoy desvariando... buscando una excusa para escribir en un blog que he dejado un poco de lado en las últimas dos semanas. Normalmente soy bastante jovial y risueño. Intento que todos los que me rodean lo pasen lo mejor posible. Tengo miles de preocupaciones en mi cabeza, y sin embargo, las guardo muy dentro e intento mostrar una sonrisa día a día. Tal vez sea un mecanismo de defensa, para ocultar mis pensamientos más profundos a los demás. Ahora que lo recapacito, puede que se corresponda más bien a cabezonería y egoísmo, todo ello aderezado con un poco de timidez.

Sin embargo hoy he implosionado emocionalmente, y he caído en el limbo de la monotonía. Cuando terminaba la tarde, inexplicable e inesperadamente, mi moral ha caido en picado. Tal vez sea la presión, o quizá la falta de un aliciente moral. El caso es que me invadió una desgana y un pesar irreconocible que minó mi alma y me convirtió ipso facto en un desecho social sin objetivos en la vida. Esta puta monotonía está consiguiendo vencerme.

Mañana será otro día, y llegaré al trabajo como siempre, con ganas y con un alma renovada tras un sueño reparador - aunque otra vez breve. Tendré que trabajar duro, puesto que hay mucho que hacer (y poco tiempo). Pero lo haré, puesto que mi espíritu es fuerte y sabe sobreponerse a todo, y mirar a la cara a los problemas y guiñarles un ojo. Todo este bajón quedará, como siempre, en una mera anécdota, cuando de nuevo me ponga

entre cuatro paredes, y una pantalla.